La ministra Josefa Castillo ha reaccionado con dureza ante el terrible caso de la niña de Los Guandules. La funcionaria ha sido clara en su diagnóstico: el sistema de protección y recepción de denuncias simplemente falló.
Castillo se pregunta públicamente dónde estaban las instituciones y los mecanismos que debían proteger a esa pequeña. Su intervención pone el dedo en la llaga, no en los culpables directos, sino en la red de seguridad que no funcionó.
Para la ministra, es inconcebible que existan señales de maltrato y que estas no activen una alarma inmediata. Ha pedido una investigación profunda para determinar si hubo denuncias previas y por qué no se actuó a tiempo.
La declaración de Josefa Castillo es un llamado de atención a todas las entidades que trabajan con la niñez. Es una exigencia para que se revisen los protocolos y se asegure de que ninguna otra alerta sea ignorada en el futuro.
Más allá de lamentar la tragedia, la funcionaria exige cambios y consecuencias. Su postura es que no basta con apresar a los culpables; hay que corregir las fallas del sistema para que estas historias no se repitan.
Este es un nuevo y doloroso capítulo en el caso que ha conmocionado al país. Ahora el foco se amplía, y se empieza a cuestionar la responsabilidad de las instituciones que debieron haber evitado este trágico final.
