Uno de los ejes centrales de su campaña fue la promesa de venganza de Trump, y según los analistas, la está cumpliendo. El actual mandato del presidente de Estados Unidos parece estar marcado por una serie de acciones dirigidas a sus adversarios.
Desde que asumió el poder, se ha observado una clara línea de actuación. Muchos de sus nombramientos y decretos son vistos no solo como decisiones políticas, sino como actos de retribución contra quienes lo investigaron en el pasado.
El argumento principal de este análisis es que Trump está utilizando las herramientas del poder para ir tras lo que él llama el "Estado profundo". Esto incluye a figuras del sistema judicial y de las agencias de inteligencia que él considera que actuaron en su contra.
Para sus seguidores, estas acciones son simplemente el cumplimiento de una promesa de "limpiar la casa" en Washington. Lo ven como un acto de justicia y una forma de hacer que el gobierno rinda cuentas ante el pueblo.
En cambio, para sus críticos, esta actitud es peligrosa y socava las instituciones democráticas del país. Advierten que gobernar con un ánimo de revancha puede generar una inestabilidad sin precedentes en la política estadounidense.
Lo cierto es que la promesa de campaña no se ha quedado en palabras. El segundo mandato de Trump está demostrando ser un período de confrontación directa con sus oponentes, tal y como advirtió que sería.