A un mes del colapso de la discoteca Jet Set en Santo Domingo, que dejó 233 muertos y casi 200 heridos, la zona cero se ha convertido en un espacio de memoria y protesta. Las velas y flores que inicialmente adornaban el lugar han perdido su color, pero las fotografías de las víctimas continúan colgadas en las vallas que rodean el sitio, manteniendo vivas sus memorias.
El municipio de Haina, que sufrió la pérdida de 25 de sus habitantes, es uno de los más afectados. La comunidad permanece en duelo, con familias que aún esperan respuestas y justicia. Aunque se han presentado 25 querellas contra los responsables, las víctimas aún no han recibido apoyo económico del Estado. Expertos señalan la falta de supervisión estructural como una de las causas del desastre.
El dueño del establecimiento, Antonio Espaillat, ha negado negligencia y afirmó que la discoteca no había recibido inspecciones en 30 años. El 7 de mayo, la Procuraduría General de la República incautó el local como parte de la investigación.